Yesterday, our pastor, Milton Rojas, preached a sermon on the following passage.
Luke 18:9-14
9 Then Jesus told this story to some who had great confidence in their own righteousness and scorned everyone else: 10 “Two men went to the Temple to pray. One was a Pharisee, and the other was a despised tax collector. 11 The Pharisee stood by himself and prayed this prayer[Some manuscripts read stood and prayed this prayer to himself]: ‘I thank you, God, that I am not like other people—cheaters, sinners, adulterers. I’m certainly not like that tax collector! 12 I fast twice a week, and I give you a tenth of my income.’
13 “But the tax collector stood at a distance and dared not even lift his eyes to heaven as he prayed. Instead, he beat his chest in sorrow, saying, ‘O God, be merciful to me, for I am a sinner.’ 14 I tell you, this sinner, not the Pharisee, returned home justified before God. For those who exalt themselves will be humbled, and those who humble themselves will be exalted.”
In light of the polarization that I see (from an 'outside' perspective of almost 8 years in Costa Rica) happening in the church in the USA, this sermon was timely. Whether I believe myself to be better than 'sinners' or better than other 'believers' is not that important. Arrogance has no place in the Kingdom of God. God is not impressed with my list of good deeds and accomplishments. I can do lots of great things and be an outstanding pharisee that talks more to convince myself and others how great (right) I am than actually connect with God and love others. And in the polarization of issues, political or otherwise, I must be careful to remember that my citizenship in God's kingdom supersedes my citizenship in any earthly nation. And the mark of his kingdom is love.
Yesterday I was reminded that I need to stop believing in my own righteousness and the 'righteousness' of my opinions. I must lean into Christ's mercy, for I, too, am a sinner.
O God, be merciful to me. . . .
Ayer, nuestro pastor, Milton Rojas, hizo una predica sobre el siguiente pasaje.
Lucas 18:9-14
9 Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. 11 El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración:[ Algunos manuscritos dicen El fariseo se puso de pie e hizo la siguiente oración para sí mismo.] “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! 12 Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.
13 »En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”. 14 Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».
Con todo lo que está pasando en estos días con la polarización de ideas dentro de la iglesia en los EEUU (de mi perspectiva, ya con casi 8 años viviendo en Costa Rica), este sermon llegó en el momento adecuado. Que yo me crea mejor que los 'pecadores' o mejor que otros 'creyentes' no importa tanto. La arrogancia no tiene lugar en el reino de Dios. El no queda impresionado con mi lista de hechos buenos ni mis logros. Yo puedo hacer muchas cosas buenas y hasta ser una excelente fariseo que habla mas para convencerme a mi misma y a otros de cuan buena (correcta) que sea yo y realmente no conectarme con Dios ni amar a otros. Y en medio de esta 'polarización' de ideas y asuntos, politicos o religiosos, debo tener cuidado y recordar que mi ciudadania en el reino de Dios sobrepasa mi ciudadania de cualquier otra nación del mundo. Y lo que marca la diferencia en su reino es el amor.
Ayer, me acordé que necesito dejar de creer en mi propia justicia, y en la 'justicia' de mis opiniones. Debo acercarme y dependerme mas en la misericordia de Cristo, porque yo también soy pecadora.
Oh Dios, ten compasión de mi. . . .